Estamos en un momento en el que invertir en cualquier producto financiero, ya sea nacional o internacional, es extremadamente sencillo. Seamos un pequeño ahorrador o una gran corporación, los procesos para la compra de acciones, opciones y futuros o letras del tesoro se ha democratizado considerablemente: de hecho, en la práctica, cualquier particular puede realizar estas tareas desde su casa o desde su móvil.
Lejos han quedado los tiempos en que estas operaciones apenas podían hacerse en las sucursales bancarias, o en las agencias de valores –aquellos afortunados que tuvieran una cerca-. Desde este punto de vista, es normal que en la actualidad se realicen muchas más operaciones bursátiles que hace unas décadas: la gente ha perdido el miedo a un mercado que hace años parecía limitado a unos pocos. Por no hablar de otros más complejos como los futuros, las materias primas o las divisas, donde ahora es sencillo su acceso y podemos, por ejemplo, invertir en Forex con 1000Extra sin ser grandes expertos financieros.
La pregunta que debemos hacernos, por tanto, es ¿en qué modo y en qué acciones invertir?
Cada uno obtendrá una respuesta distinta. Básicamente porque aquí entra en juego el perfil de riesgo de cada uno de nosotros.
Qué es el perfil de riesgo
Consiste en definir nuestras características a la hora de asumir los riesgos. Podemos tener un perfil conservador, en el que tratemos de evitar los riesgos, o podemos estar “a gusto” viendo las fluctuaciones de nuestros valores.
En función de este nivel de aversión, contrataremos unos productos u otros. Está claro que si nos equivocamos y escogemos un portfolio de acciones que no están adaptadas a nuestras características, lo pasaremos mal: si somos conservadores y nuestra cartera fluctúa constantemente, con las acciones sujetas a una fuerte volatilidad, no ganaremos para disgustos, independientemente de que al final ganemos dinero.
Sin embargo, si vemos que nuestra inversión está estancada, o con variaciones porcentuales muy pequeñas, nos desesperaremos por la inacción.
Cómo escoger en función de nuestro perfil de riesgo
Si somos adversos a la volatilidad, lo mejor es que nos acerquemos a la bolsa con intención largoplacista, a más de un año. Lo idea en este caso es hacerse con una cartera de productos que sepamos que, de manera constante, van a ir mejorando su precio.
Hay muchos valores consolidados en bolsa, tanto empresas tecnológicas como gasísticas o petroleras con recorrido a largo plazo. Simplemente basta echar un vistazo a las predicciones de los expertos.
Además, otra opción es valorar el dividendo que cada compañía reparta a lo largo de cada ejercicio. En algunos casos se puede llegar a repartir entre el cinco y el siete por ciento, lo que supone unas rentabilidades anuales muy importantes.
En el caso de ser propensos al riesgo, lo mejor es operar en el corto plazo, buscando valores que tengan fuertes fluctuaciones. Este perfil exige un control importante de qué ocurre en el mercado, lo que nos ha de llevar a revisar la prensa así como los foros especializados de manera constante.
Es importante que sepamos qué ocurre en el día a día para que podamos hacernos nuestro cuadro de composición y tomar las medidas pertinentes.